8 de enero de 2013

Encarar los temores

Estaba la niña frente a mí, llevaba un vestido blanco largo que parecía camisón de dormir. Su piel era pálida, casi del tono del vestido y su cabello era de un negro opaco, prácticamente no había brillo en él.

Por más que lo intentaba no podía verle el rostro, porque su cabello se lo tapaba. Además, el aire alrededor de ella se encontraba enrarecido. Era un aire pesado y caluroso, casi sofocante. Pero a su vez era gélido y seco, cortante al tacto.

En general era una situación incómoda estar frente a un ser así, fantasmagórico y sombrío, pero salir de ahí era casi inútil. Pensé en esconderme de ese ser que comenzaba a espantarme pero tras el pensamiento solo di cuenta de que no evitaría que la niña me alcanzara ya que solo estábamos ella y yo.

Tras unos segundos que parecieron horas, me levanté y avancé hacia la niña. Primero dejé atrás los malestares y los escalofríos. Con el temblor de las piernas, el paso se hizo ligero mientras dejaba atrás las cosas que me hacían retroceder de ese ser frente a mí.

Al llegar a su lado, simplemente tome su pelo y lo eché para atrás para ver el bello rostro de la joven niña...




***Este relato me recordó a este otro que escribí. El primero llegó a su destino, me pregunto si este también llegará***