Hoy me pasó algo muy curioso...me disponía a salir de la casa y como siempre calculé la hora que tendría que partir de forma de llegar a mi destino a la hora acordada... me dirigí al paso de siempre hacia el paradero, con la esperanza de no ver pasar el micro (para no tener que salir corriendo tras ella) todo dentro de lo que llamaría una "salida normal"...
En el paradero todo "como siempre", ya había gente sentada, así que esperé parado. De pronto sin darme cuenta una voz me saca de mis pensamientos habituales "Miguel" me dije... instintivamente levanto la cabeza hacia la persona que habla...."quien podrá ser?"... veo a un caballero...en una fracción de segundo me hice una infinidad de preguntas "lo conozco?", "quien será?"...y así...hasta que mi memoria me dice "es un vecino..."

Habrá notado mi cara de desconcierto al no recordar quien era, ya que él me miraba de la misma forma, por supuesto que lo conocía, era el vecino de atrás. Sin siquiera darme cuenta, lo primero que me vino a la mente era que mi viaje se había estropeado... y aclaro... no era porque me cayera mal este caballero, pero no pude evitar sentirme incomodo al darme cuenta que al menos parte de mi viaje lo realizaría acompañado... En fin... esperamos un rato mientas conversábamos para romper el hielo (típico cuando no estas acostumbrado a hablar mucho con dicha persona)...cuando llegó el micro fue algo parecido, pero nada fuera de lo habitual... el conflicto llegó cuando llegamos al Metro!!!!

Por costumbre siempre he odiado las escaleras mecánicas, y la verdad en la estación Vespucio Norte no hay nada más relajante (aclaro que este es mi punto de vista personal) que subir los como 6 pisos de altura por las escaleras normales(de igual forma bajarlas)........... en esta ocasión, como era de costumbre, me dirigí a las escaleras normales para realizar mi mini maratón como siempre hacia, pero en el momento me detuve ya que me di cuenta que ahora no venía solo, venía acompañado de este señor que era mi vecino, quien ya me estaba diciendo "bajemos por acá" aterrado al ver que me lanzaba a la aventura de las escaleras normales...... en fin.. tuve que aguantarme lo aburridas y leeentas que son las escaleras mecánicas....jajaja.
El segundo suceso significativo llegó al momento de entrar al vagón del metro... yo por instinto me acomodé a un rincón con el fin de estorbar lo menos posible a los que entraban....y mi vecino se puso al lado diciendome "parece que vamos a ir parados" a lo que rápidamente respondí "es mejor ceder los asientos"... la verdad me di cuenta que se sentía incomodo de la desición, pero que consideraba "lógico" mi razonamiento... Finalmente se bajó en Cal y Canto y yo pude proseguir tranquilamente con mi silencioso y meditativo viaje... de nuevo a la tranquilidad de siempre...

ahora que repaso este interesante suceso... puedo concluir algunas cosas:
La primera es que, sin darme cuenta, estoy acostumbrado a mi clásica rutina al momento de irme de mi casa a otro lugar, salir, esperar micro, llegar al metro, bajar las escaleras normales, apoyarme en el mismo rincón del metro al lado de la puerta y meditar tranquilamente sobre la ida y cosas así... de igual forma este señor, vecino mio acostumbra a tener también su rutina silenciosa hacia su trabajo, prefiere usar las escaleras mecánicas y obviamente busca ganarse el asiento, ya que odia ir parado... ambos coincidimos en que estamos tan metidos en nuestras rutinas diarias...que cuando se quiebran por encuentros como estos... terminas sintiéndote extraño, como si no hubieras podido hacer lo que siempre te "gusta" hacer (siendo que en realidad no hacías nada ya que estabas viajando de A a B).
Con esto finalmente me cuestiono si las rutinas a las que nos ligamos tanto serán buenas, si no será mejor variarlas un poco, osea si uno está tan metido en algo, al punto en que un cambio mínimo le disguste, significa que tal ves estamos metiéndonos demasiado en la rutina...
En el paradero todo "como siempre", ya había gente sentada, así que esperé parado. De pronto sin darme cuenta una voz me saca de mis pensamientos habituales "Miguel" me dije... instintivamente levanto la cabeza hacia la persona que habla...."quien podrá ser?"... veo a un caballero...en una fracción de segundo me hice una infinidad de preguntas "lo conozco?", "quien será?"...y así...hasta que mi memoria me dice "es un vecino..."
Habrá notado mi cara de desconcierto al no recordar quien era, ya que él me miraba de la misma forma, por supuesto que lo conocía, era el vecino de atrás. Sin siquiera darme cuenta, lo primero que me vino a la mente era que mi viaje se había estropeado... y aclaro... no era porque me cayera mal este caballero, pero no pude evitar sentirme incomodo al darme cuenta que al menos parte de mi viaje lo realizaría acompañado... En fin... esperamos un rato mientas conversábamos para romper el hielo (típico cuando no estas acostumbrado a hablar mucho con dicha persona)...cuando llegó el micro fue algo parecido, pero nada fuera de lo habitual... el conflicto llegó cuando llegamos al Metro!!!!
Por costumbre siempre he odiado las escaleras mecánicas, y la verdad en la estación Vespucio Norte no hay nada más relajante (aclaro que este es mi punto de vista personal) que subir los como 6 pisos de altura por las escaleras normales(de igual forma bajarlas)........... en esta ocasión, como era de costumbre, me dirigí a las escaleras normales para realizar mi mini maratón como siempre hacia, pero en el momento me detuve ya que me di cuenta que ahora no venía solo, venía acompañado de este señor que era mi vecino, quien ya me estaba diciendo "bajemos por acá" aterrado al ver que me lanzaba a la aventura de las escaleras normales...... en fin.. tuve que aguantarme lo aburridas y leeentas que son las escaleras mecánicas....jajaja.
El segundo suceso significativo llegó al momento de entrar al vagón del metro... yo por instinto me acomodé a un rincón con el fin de estorbar lo menos posible a los que entraban....y mi vecino se puso al lado diciendome "parece que vamos a ir parados" a lo que rápidamente respondí "es mejor ceder los asientos"... la verdad me di cuenta que se sentía incomodo de la desición, pero que consideraba "lógico" mi razonamiento... Finalmente se bajó en Cal y Canto y yo pude proseguir tranquilamente con mi silencioso y meditativo viaje... de nuevo a la tranquilidad de siempre...
ahora que repaso este interesante suceso... puedo concluir algunas cosas:
La primera es que, sin darme cuenta, estoy acostumbrado a mi clásica rutina al momento de irme de mi casa a otro lugar, salir, esperar micro, llegar al metro, bajar las escaleras normales, apoyarme en el mismo rincón del metro al lado de la puerta y meditar tranquilamente sobre la ida y cosas así... de igual forma este señor, vecino mio acostumbra a tener también su rutina silenciosa hacia su trabajo, prefiere usar las escaleras mecánicas y obviamente busca ganarse el asiento, ya que odia ir parado... ambos coincidimos en que estamos tan metidos en nuestras rutinas diarias...que cuando se quiebran por encuentros como estos... terminas sintiéndote extraño, como si no hubieras podido hacer lo que siempre te "gusta" hacer (siendo que en realidad no hacías nada ya que estabas viajando de A a B).
Con esto finalmente me cuestiono si las rutinas a las que nos ligamos tanto serán buenas, si no será mejor variarlas un poco, osea si uno está tan metido en algo, al punto en que un cambio mínimo le disguste, significa que tal ves estamos metiéndonos demasiado en la rutina...